Historia

Los orígenes de la Seu de Manresa remontan al siglo IX con un primer edificio de culto en lo alto del Puigcardener y, aún hoy, la basílica sigue evolucionando.

De los orígenes al gótico

El promontorio del Puigcardener, elevado junto al río Cardener, es el lugar donde nace la ciudad de Manresa con un primer núcleo de población íbera. Continuado por una fortaleza romana, este lugar sería la base del desarrollo histórico de la ciudad, que se empieza a consolidar en la época medieval. Es a partir de finales del s.IX que tenemos la primera referencia de un edificio de culto en el Puigcardener que más tarde se convertiría en la iglesia románica de siglo XII, de la que conocemos su perímetro ya que es la  base del templo gótico.
Aún se conservan algunos vestigios de aquella primera edificación románica: el tímpano de la puerta, una ventana y, sobre todo, el claustro.

El Gótico

En el siglo XIII la ciudad de Manresa empieza a vivir su edad de oro gótica que llega a su apogeo durante el siglo XIV, ya bajo el reinado del rey Pedro III el Ceremonioso. En 1296 ya se empieza a hablar en la ciudad de la necesidad de rehacer la vieja iglesia románica, pero no es hasta el 1322 que se encarga al arquitecto Berenguer de Montagut que empiece a construir el templo gótico.
El esplendor del gótico en la ciudad se refleja con la expansión de las murallas, la construcción de las iglesias del Carmen, San Pedro, San Miguel y de la Sequia.
Las obras de la Seu fueron posibles gracias a las aportaciones de los fieles y al espíritu emprendedor de los manresanos de la época. El año 1328 se colocó la primera piedra y en 1353 ya se celebró culto en la nueva iglesia.

De la Edad Moderna hasta la actualidad

La culminación de la Seu gótica tuvo lugar a finales del siglo XV y a partir de entonces el templo fue incorporando elementos que lo iban completando con los estilos de cada época. Así, desde el siglo XVI, con la construcción del campanario y la cripta (decorada al estilo barroco en el siglo XVIII), hasta principios del siglo XX, que se realizaron la fachada y el baptisterio neogótico, la Seu pasa del gótico al renacimiento y del barroco al neogótico.
La época moderna fue devastadora para el monumento con la quema de la ciudad durante la Guerra de Sucesión y la Guerra del Francés. Las obras de refuerzo durante el siglo XIX y el siglo XX se truncaron nuevamente con la Guerra de 1936 en que se perdió gran parte de su patrimonio. Lo que hoy nos queda de la Seu es el testimonio de la historia de la ciudad, de su gloria y de sus penurias.